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El Universo

Una realidad singular en contraposición a una objetividad relativa

“Yo no debería creer que Dios juega a los dados cuando se trata del mundo.”

¡Lo siento mucho Albert,

en el concepto de Dios que usted tiene, Dios realmente utiliza la suerte!

La idea de que Dios, la Verdad o una Totalidad incondicional pudiera requerir de alguna manera un orden o disciplina sencillamente ni tiene sentido ni es verdad. En última instancia no hay nada que pueda parecer más caótico que la voluntad de Dios.

La voluntad de Dios no tiene intención ni estructura. La mente eternamente creadora no es la utilización de un potencial alterno. “Ah, pero profesor Einstein, su mente sí funciona de esa manera”.

Opera por completo bajo la premisa de una separación instintiva e inevitable de la mente como causa, y los efectos posteriores que pueden ser determinados como resultado o efecto.

Su verdadera teoría de la relatividad, en otras palabras, la existencia de una realidad aparente sin la constancia de una referencia de espacio/tiempo que la anteceda, sigue siendo una mera forma de objetividad coherente sin ser relevada de la responsabilidad de un determinismo de separación.

“Y así continua siendo su voluntad Sr. Einstein, con la capacidad de recordar y de tener expectativas”. “Lo predecible” resulta de la separación de la causa y el efecto.

Siempre se trata de “la posibilidad de un evento como alternativa”. Obviamente entonces, en la medida en que su identidad conceptual se acerca al pensamiento creativo la noción de una posibilidad estadística o el azar entra en juego.

La creación eterna no admite antecedentes como causa. Es, y siempre ha estado, solamente “extendiéndose eternamente” porque la extensión eterna es “lo que es”. Así, su conciencia humana temporal necesita llegar a la inevitable, aunque quizá no tan aceptable conclusión de que el universo funciona al azar. Y de hecho, desde un punto de vista objetivo y referencial, así es.


Las posibilidades estadísticas no tienen oportunidad real alguna ante
la inevitabilidad inmediata. Eventualmente, su pérdida
está garantizada porque usted juega el juego.
Y su muerte está asegurada por la propia posibilidad de que ocurra.

Usted ha estado meramente apostando contra usted mismo.


Usted juega el juego de la muerte y sufre la pérdida de un mediocre nihilismo.
Pero en realidad, perder bajo cualquier circunstancia es imposible.
No existe tal cosa como la pérdida.

Si usted pudiera perder, así sería para todos, incluyendo a Dios.
Cuando usted gana, todos ganan porque usted lo es todo y todos son usted mismo.
Sí, ¡y esto incluye a Dios!


De manera que aquí lo tiene frente a usted mismo, Profesor, puede aparentemente
sufrir una identidad conceptual de separación pero no puede lograr que sea real debido
a que eso no es parte integral de la mente eternamente creadora de Dios.

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