Un incidente de correspondencia milagrosa
Hemos sido parte de una revolución dirigida a una identidad espontánea
y creativa por medio del poder de una realidad universal singular.
A un maestro de Dios con una reciente experiencia de despertar le resulta sorprendente el darse cuenta que ha ocurrido una transformación radical en su manera de pensar.
Se da cuenta que su limitada conciencia previamente construida no tiene nada que ver con lo que ahora experimenta. Se siente desnudo frente a su propia certeza.
Ha perdido la capacidad de llevar a cabo comparaciones específicas.
La integridad de su manera de pensar inevitablemente hace que la lógica objetiva de una conciencia limitada le parezca absurda.
Se siente motivado a asumir la posición de que su previo sistema de valores, basado en comparaciones y análisis para llegar a conclusiones específicas no tiene ni validez ni realidad.
Se encuentra en un lugar ilógico e irracional.
Ahora debe confrontar con absoluta y completa certeza el hecho de que este mundo de construcción objetiva no tiene absolutamente ningún significado excepto en la necesidad de que surja la revelación que estableció su propia conciencia trascendente.
El amor que sentimos por ti es incondicional.
El amor incondicional no es un estado de conciencia universal, sino lo que la conciencia misma es. Como estás consciente, debe ser entonces, que a pesar de pretender no saber quién eres, lo que eres es lo que el Amor Total, la verdad o Dios es. Independientemente de cuánto lo cuestiones, no hay en última instancia nada más.
Como maestros despiertos, te amamos por completo. Sencillamente porque aquellas partes de ti que piensas no son dignas de amor, no tienen ningún significado para nosotros. Nos damos cuenta que para ti sigan aún teniendo significado.
En nuestro proceso de despertar, se nos ha demostrado a menudo de forma gráfica, dramática aun catastróficamente, la completa irrealidad de la mente humana aquí en la tierra en estado de separación.
En otras palabra, hemos llegado a entender lo que verdaderamente somos y que el mundo no existe.