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Todo acto de sanación es milagroso

Tener una remisión espontánea es la franca admisión de no ser un cuerpo enfermo
en camino a la muerte sino de que eres perfecto tal como Dios te creó.

El cuerpo es un producto de la identidad conceptual
irreal que te has adjudicado

Como esa identidad no tiene causa, tu cuerpo no tiene causa alguna. No puede estar ni bien ni mal, como tampoco puede vivir o morir.

Estar enfermo es una decisión que has tomado. Lo que está enfermo es la mente no el cuerpo. La resistencia a reconocer esto es enorme, debido a que la existencia del mundo tal como lo percibes depende de que sea el cuerpo el que toma decisiones.

En ningún momento el cuerpo es real en absoluto. Siempre se recuerda o se anticipa, pero nunca se experimenta en el ahora. La salud del cuerpo puede estar completamente garantizada porque no está limitada por el tiempo, el clima o la fatiga, la comida o la bebida, o cualquier ley que hayas hecho que él siga. No tienes que hacer nada ahora para que esté bien, porque la enfermedad se ha convertido en algo imposible. En la medida en que tu hermano acepta la idea del sufrimiento, tú no estarás sano.

Toda sanación es una liberación del miedo

Relacionar cualquier instante santo a la sanación de la aparente enfermedad de tu cuerpo es mucho más sencillo de lo que te sospechas. Para esto, de hecho, no tienes que hacer nada. Siempre estás siendo sanado por completo en cada momento a pesar de cualquier objeción que hayas establecido.

Recuerda, la enfermedad que estás sufriendo es la de proyectar aquello con lo que te identificas. Todo lo que tienes que hacer es levantarte y decir “Esto no me sirve para nada”. Y no hay enfermedad alguna que no se cure de inmediato.

El mundo cambia en la medida en que cambias tu manera de pensar. Aquellos que sanan se convierten en los instrumentos de sanación. Tampoco pasa tiempo entre el instante en que sanan y el instante en el que reciben la gracia que se les da para compartir. No permitas que tu hermano esté enfermo, porque si él lo está, lo has abandonado en su propio sueño al compartirlo con él.

La sanación es comunicación. Solo las mentes comunican, los cuerpos no pueden hacerlo. Reconoce que la enfermedad pertenece al campo de la mente y no tiene nada que ver con el cuerpo. ¿Qué costo tiene este reconocimiento? Te cuesta el mundo que ves en su totalidad. En la medida en que te permites ser sanado, puedes ver cómo todos aquellos a tu alrededor, o aquellos que cruzan tu mente, o aquellos que tocas o aún aquellos que aparentemente no tienen ningún contacto contigo, sanan junto contigo.

Si pudieras darte cuenta por tan solo un instante del poder de sanación que el reflejo de Dios brillando en ti puede ofrecerle al mundo, no esperarías a limpiar el espejo de tu mente para recibir la imagen de santidad que sana el mundo.

La mente es íntegra, y la creencia de que una parte de ésta sea física, o que no sea mente es una interpretación fragmentada o enferma.

Toda sanación es comunicación

Toda enfermedad es una ruptura en la comunicación

La proyección induce la percepción, y hace que no puedas ver más allá de ella. Una y otra vez has atacado a tu hermano al verlo como una figura sombría en tu mundo privado. Y de esta manera te atacas a ti primero, porque lo que atacas no se encuentra en los demás. Su única realidad se encuentra en tu mente, y al atacar a otros literalmente estás atacando lo que no se encuentra ahí.

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